RESIGNIFICANDO LA BELLEZA DE LA MUJER 7:35

He dedicado algunas horas de mi cotidianidad a leer los interesantes resultados del Sensor Yanbal de la mujer boliviana realizado desde el año 2007, y cuyos resultados francamente me han pintado gratas sonrisas.

Y eso, porque en mis años de lucha por los derechos de las mujeres que ya no son tan pocos, considero que unas y otras buscamos lo mismo pero en diferentes lenguajes, situación que nos perfila mejores días en los que no exista una disonancia sobre lo que tenemos reconocidos como derechos dentro de las diferentes leyes y lo que vivimos en la familia, la escuela, la iglesia, en fin en nuestra comunidad, es decir en la realidad que cobra cuerpo cuando se siente hambre, frío y se sufre de discriminaciones por el hecho de ser mujer.

En ese sentido, el primer elemento que considero preciso tocar es el relativo a la necesidad de entender el cuerpo de las mujeres como un sujeto político, reconstruyendo posibilidades de decisión sobre el mismo cuerpo que busca autonomías diversas, en lo social, en lo político, en lo económico y también en lo cultural, como respuestas a una construcción de lo que se quiere como mujer de forma integral. Esas autonomías de ninguna forma deben ser entendidas como peligrosas para la unión familiar o de pareja, por el contrario, son elementos imprescindibles para la felicidad de la persona, ya que resalta principios éticos que tenemos como raza humana.

Esta búsqueda repercute de formas diversas en cada una de nosotras las mujeres, unas llenan sus espacios con su figura de madre y esposa, otras le incorporan la actividad laboral o profesional, así como hay mujeres igual de valiosas que por decisión prefieren explotar otras capacidades o espacios y retrasar su rol de madres y esposas sin fecha determinada

Son muchas las formas en las que las propias mujeres podemos resignificar la belleza, por ejemplo reconociéndonos como importantes instrumentos de cambio dentro de una sociedad, como impulsoras del respeto entre hombres y mujeres y también entre mujeres, propugnando formas de crianza y educación que fomenten la igualdad y el respeto, conduciendo liderazgos positivos que representen esa diversidad de mujeres que somos, respetándonos en la diferencia sin que prime el color de piel, vestimenta, lenguaje, moda, pero además incentivando la paternidad responsable, la deconstrucción de roles establecidos por la sociedad y que normalmente fueron respaldados por las mismas mujeres.

Como relata este interesante Sensor Yanbal, es tiempo de desmitificar que la bonita es tonta y la fea es inteligente, que la buena madre es la que está dedicada únicamente a los hijos y la mala madre la que sale a trabajar, que la violencia intrafamiliar es vivida solamente por la mujer económicamente pobre cuando también está presente en los hogares adinerados, que los valores son únicos cuando en realidad hay una gama impresionante de ellos, que ahora ya no se habla de la familia modelo, sino más bien de la diversidad de familias existentes y generadoras de ternura, de respeto y de amor… en fin, considero primordial para nuestras vidas que también amerita desmitificar la idea anticuada de la belleza, dando el salto que nos permita entenderla, percibirla y buscarla en una misma y en las personas poniéndose unos lentes que resalten tanto lo construido por dentro, como lo producido por fuera, aspectos que cobran la importancia que cada persona decide darle y que por tanto ninguno debe ser elemento que abra brechas de discriminación.

No se trata de una visión netamente mujeril, por el contrario, que como mujeres tenemos el reto de hacer de los hombres nuestros principales aliados para reconducir la forma en la que se lleva adelante una familia, una sociedad y lograr mayores accesos a aquellos derechos que sin lugar a discusión nos pertenecen y nos han sido reconocidos a todas y todos por igual.